Marruecos/Ceuta: la migración hecha arma

Por Clara Riveros* 

La portada reciente del semanario marroquí Telquel, en su edición del 21 al 27 de mayo, resume y enuncia con claridad la situación: «Harragas. Arma de presión marroquí. En nombre de su integridad territorial, el reino ha utilizado la cuestión migratoria para llevarla a un nuevo nivel en su demostración de fuerza con respecto a España. Un cálculo tan cínico como peligroso».  

Harragas es una palabra árabe que significa «aquellos que queman». Alude a los inmigrantes (ilegales) procedentes de países del Norte de África que intentan llegar a Europa en pateras y que queman sus documentos antes de salir de África. Un deshacerse de su identidad magrebí

La crisis migratoria y humanitaria de Ceuta fue descrita por Santiago Abascal, líder de Vox, como una operación política y militar planificada y organizada por Rabat. Por ello, Abascal pidió no solo militarizar la frontera de forma permanente sino «construir un muro infranqueable en la frontera con Marruecos».  

Podría responderse, siguiendo a Loris Zanatta, académico de la Universidad de Bolonia, que la gran migración que está llegando a Europa representa un proceso de transformación histórica extraordinario y muy complejo: «no estamos frente a una “emergencia”, sino ante un cambio destinado a durar décadas y a dejar un mundo diferente del que conocimos. Y no durante un tiempo, sino para siempre. Al final, la sociedad de la vieja Europa será mucho más multicultural de lo que ya es, y las sociedades de las que han salido los migrantes se habrán transformado también. Frente a cambios tan grandes, es estúpido, además de inútil e inhumano, edificar murallas. Lo que sirve es más política europea, y buena política: capacidad de pensar el futuro, de esquivar trampas ideológicas para fomentar la instrucción, el empleo, la protección social de los inmigrantes, y, al mismo tiempo, de establecer un criterio certero y eficaz sobre la base del cual seleccionarlos, acogerlos y distribuirlos entre los diferentes países. Los refugiados que huyen de las guerras, por ejemplo, deben tener prioridad. ¿Esto pondría fin a los viajes de la muerte en alta mar? Es improbable, pero crear canales de migración legal y organizada podría limitarlos». 

El académico de Bolonia añadió, con razón, que «una política de apertura indiscriminada a los inmigrados, ética y políticamente correcta, no resulta viable. Además de ser insostenible en términos económicos, produciría tensiones sociales tan extendidas y radicales que terminaría por impedir una política más gradual y eficaz».  

Zanatta esbozó en su análisis dos cuestiones fundamentales que mantienen su vigencia: por un lado, la del islam que enfrenta un proceso de transformación y está generando cismas en los países de confesionalidad islámica, pero que también plantea dificultades y resistencias para edificar la convivencia entre musulmanes y cristianos en una Europa ampliamente secularizada con todo lo que ello implica (secularización de las costumbres, individualismo, sociedad de consumo, laicidad, etc.). La otra cuestión tiene que ver con la responsabilidad de los países emisores de emigrantes. La corrupción, la precariedad, la pobreza, el autoritarismo, la falta de democracia, de libertades, de condiciones políticas y económicas que procuren formas de vida dignas empujan a los ciudadanos a emigrar. 

Crisis migratoria y humanitaria en Ceuta 

Los hechos. Noticieros del mundo difundieron imágenes de cientos de emigrantes marroquíes y subsaharianos, entre cinco mil y ocho mil, de los cuales unos 1.500 eran niños e incluso bebés, familias y mujeres con niños, que arribaron entre el lunes 17 y el martes 18 de mayo de 2021 desde Marruecos a Ceuta. Cientos de personas fueron salvadas de las aguas, rescatadas del mar por guardias civiles de España, pero hubo también otras imágenes que mostraron a algunos agentes españoles empujando a jóvenes marroquíes desde los espigones al mar. 

Diferentes vídeos circularon en redes sociales y evidenciaron que autoridades fronterizas marroquíes no impidieron el paso de los emigrantes, sino que los animaron a pasar e incluso abrieron un paso fronterizo para facilitar la salida de decenas de personas. «La mera idea de que un país trate así a sus hijos es demencial», escribió el columnista Juan Soto Ivars. Para el destacado analista español, aunque estos niños no lleven armas, han sido usados por Marruecos como «niños soldado». «Peones sin valor, sacrificables».  

Hacia el final de esa caótica semana, familias marroquíes denunciaron que la marcha de sus hijos hacia Ceuta ocurrió sin el consentimiento familiar, argumentaron que sus hijos llegaron a Ceuta engañados para asistir a un partido de fútbol o a una excursión y que transcurridos algunos días desconocían su paradero. Para Soto Ivars lo acaecido no fue una «invasión», pero tampoco una crisis humanitaria, sino «un chantaje». Según su lectura, Rabat «está utilizando la desesperación de su propio pueblo, cuyo bienestar es responsabilidad suya», tratando con ello de ejercer presión sobre el Gobierno de España: «esto no es una crisis humanitaria, sino una crisis migratoria provocada».  

Muchas devoluciones de inmigrantes tuvieron lugar en caliente, a veces, acompañadas de imágenes violentas y chocantes que evocan el redireccionamiento del ganado que se aparta del camino o del rebaño. Otros fueron acogidos por instituciones españolas, de modo temporal, mientras se seguían los procedimientos y protocolos para su devolución. Transcurrida una semana, con una persona fallecida, casi ocho mil ciudadanos habían sido devueltos a Marruecos, según informaciones de EFE.  

Las respuestas desde Rabat generaron que la Unión Europea se solidarizara con España y le recordase a Marruecos que Ceuta es parte de Europa. Bruselas enfatizó, para que Rabat no tenga dudas, que la frontera de Ceuta es también la frontera de una ciudad europea. El rey Felipe VI se comunicó con Juan Vivas, presidente de esa ciudad autónoma española, y trasladó su solidaridad con las autoridades y los ciudadanos. 

La contundencia de las dolorosas imágenes que circularon permite observar la instrumentalización marroquí de ciudadanos, incluidos menores, para ajustar cuentas políticas y diplomáticas con España. Aquí pasaron a segundo plano la vida y la dignidad humanas cuando de retaliación y represalias se trata. Nacionales marroquíes y también subsaharianos (que tienen en Marruecos un país de tránsito), sufren carencias y precariedades, tienen necesidades y sueños, enfrentan distintas penalidades e incluso el riesgo de perder la vida en el mar intentando llegar a Europa animados por el deseo de tener una vida con algo más de dignidad que en sus países de origen y acogida provisional.  

Incluso analistas y expertos marroquíes admitieron en comunicaciones personales que «Marruecos abrió el grifo de la inmigración irregular» y que ya hubo antecedentes en el pasado, por ejemplo, en 2014 cuando dejó pasar a más de 1.300 personas en un día. Notaron, sin embargo, que tampoco el país está obligado a ser el «gendarme de Europa», mientras que Europa, específicamente España, obstaculiza, perjudica e interfiere en el tema prioritario para Marruecos: su integridad territorial.  

La escritora marroquí Mouna Hachim ha referido «la instrumentalización de la angustia humana incluso por las causas más sagradas», en alusión a la causa nacional o integridad territorial marroquí, el Sahara, que ha sido el tema que desencadenó la crisis política y diplomática entre Madrid y Rabat con el resultado de la crisis migratoria que se ha generado. «Ver estas mareas humanas surgiendo sobre Sebta (Ceuta), es ante todo un sentimiento de malestar y tristeza que nos invade».  

Hachim aludió a los jóvenes que van hacia lo desconocido, atrapados en los espejismos de ‘El dorado’ y en busca de trabajo, dignidad, libertad y derechos humanos. «Tenemos la tentación de abrumar a nuestro país por el fracaso en las políticas económicas y sociales y señalar las fábricas del desencanto que hunden a sectores sociales en la desesperación». Sin embargo, la escritora no se agotó allí, también reivindicó la geografía, el carácter africano de Ceuta, la historia y el pasado que vinculan a este territorio con Marruecos, así como las actuaciones políticas de España que han propiciado el actual estado de las cosas. Los tuits de Hachim recogen en líneas generales lo que muchos marroquíes han expresado en redes sociales en el marco de las crisis que tienen lugar entre Marruecos y España. 

Para la investigadora Noor A Lamarty, «un país se define por cómo trata a su infancia y a las mujeres». Estos niños y jóvenes han sido utilizados como «peones de una estrategia política inhumana» que evidencia que el Derecho Internacional «se quebranta sin piedad». Lamarty sostiene enfáticamente lo denigrante de estas actuaciones que no tienen justificación alguna: «un chantaje no puede ser nunca motivo para tirar al mar a menores aprovechando su desesperación». 

El español Soto Ivars traslada la retaliación marroquí al caso de Cataluña para señalar que si España hubiese obrado como Marruecos ello significaría que habría estado dispuesto a «llenar Bélgica de españoles miserables en respuesta al tratamiento que se da allí a Puigdemont. Nuestro adversario incumple las reglas más elementales […] Marruecos debe ser tratado con más dureza. Lo necesitamos como aliado, no como abusón. Me niego a creer que no haya más opciones que esta adulación blanda y acobardada».  

En los días siguientes al alud migratorio continuaron las devoluciones desde España hacia Marruecos de los ciudadanos que entraron a nado en territorio español. El ministro islamista de Derechos Humanos Mustapha Ramid aseguró que su país había sacrificado mucho en aras de la buena vecindad y que, por ello, se encontraba en «pleno derecho» de trasladar a España la «magnitud de su sufrimiento». Ramid concluyó diciendo que el Gobierno español sabía que «el precio de subestimar a Marruecos es muy alto». El canciller marroquí Nasser Bourita observó que la crisis migratoria fue generada por «la total inacción de la policía española», y explicó que la falta de contención de la oleada migratoria, del lado marroquí, se debió a una situación de fatiga o de cansancio de los policías marroquíes tras el final de las festividades del Ramadán.  

En esta pugna de poder tampoco hay que perder de vista que Rabat aparcó, durante el reinado de Mohamed VI (desde 1999), las históricas reclamaciones territoriales de Ceuta o Sebta y Melilla. Especialistas marroquíes estiman este fue un acuerdo tácito alcanzado con Madrid a cambio de la neutralidad positiva de España respecto al contencioso del Sahara Occidental. Pero si Madrid rompió ese pacto —con las acciones que han llevado a la crisis política y diplomática entre ambos países— entonces Rabat se siente en plena libertad de retomar sus reclamaciones, dicen.  

Claro está, el estatus de los enclaves españoles Ceuta y Melilla en África es diferente al del territorio disputado del Sahara Occidental (uno de los 17 Territorios No Autónomos inscritos en la Organización de Naciones Unidas). Además, en el siglo XXI, las reclamaciones territoriales no pueden omitir la voluntad de sus ciudadanos. Ceuta y Melilla lo han dicho —desde sus ciudadanos hasta la Unión Europea—, son ciudades europeas en África y quieren seguir siéndolo. Es decir, Ceuta y Melilla no son el territorio disputado por un movimiento subversivo y de corte totalitario auspiciado por Argelia como sí ocurre con el Sahara. Habrá que ver si España acepta de una vez por todas y de buen ánimo que Estados Unidos reconoció la marroquinidad del Sahara y que este apoyo decisivo y según parece definitivo tendrá relevancia en el futuro de ese territorio disputado, aunque no sea el final deseado por España. Habrá que ver, también, si Marruecos acepta de una vez por todas y de buen ánimo que la voluntad de ceutíes y melillenses es seguir siendo ciudadanos europeos en esas ciudades europeas situadas en África. 

*Clara Riveros es politóloga, analista política y consultora en temas relacionados con América Latina y Marruecos. Es autora de los libros Diálogo transatlántico entre Marruecos e Iberoamérica y Diálogos transatlánticos, Marruecos hoy. Los dos libros fueron publicados en 2019 en España. En Twitter: @CLARARIVEROS