BAS editor Fran Compán
Tras la victoria de Gabriel Boric en las pasadas elecciones chilenas, hay quien empieza a comparar el auge de los gobiernos progresistas en Latinoamérica con la marea rosa de la primera década del siglo XXI. En aquella época los gobiernos de corte más o menos izquierdista de Chávez (Venezuela), Lula (Brasil), Mújica (Uruguay), Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (Argentina), Correa (Ecuador) y Morales (Bolivia) lideraron el movimiento progresista en la región, y estos se les uniría años después el de Bachelet en Chile.

Con el paso de los años la habitual tendencia pendular de la política latinoamericana significó un cambio político radical en varios de estos mismos países llevando a Brasil, Argentina y Bolivia, entre otros, a gobiernos conservadores. No sería difícil argumentar que esta dinámica de cambios de gobierno hacia polos opuestos es un síntoma de buena salud democrática.
La victoria de Gabriel Boric Font sobre el derechista José Antonio Kast en las elecciones presidenciales del pasado 21 de noviembre fue celebrada por la izquierda latinoamericana en general y por los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua en particular, pese a que el nuevo mandatario chileno no se alinea ideológicamente con ninguno de estos tres países.

Sin duda alguna, el perfil de Boric ha llamado la atención a nivel internacional al tratarse de un presidente electo que rompe moldes no solo en el contexto latinoamericano sino mundial. Antiguo activista estudiantil de tan solo 35 años, Boric ganó las elecciones de una manera arrolladora con la promesa de incrementar los impuestos a los más pudientes para poder dar pensiones de mejor calidad al grueso de la ciudadanía. La formación de su gobierno ha sido una declaración de intenciones, con un gabinete formado por 14 mujeres y 10 hombres de orígenes diversos que contrasta con el anterior equipo endogámico de hombres de clase pudiente. Para muestra, y contra todo pronóstico, Boric ha elegido a un profesor para la cartera de Educación, Marco Antonio Ávila, que además se formó en la educación pública. A su vez, la doctora y expresidenta del Colegio Médico Izkia Siches, de 35 años también, se encargará del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
Uno de los desafíos más inmediatos para Chile es la aprobación de una nueva constitución que transforme el modelo chileno. En contraste con Piñera, el presidente saliente, Boric ha declarado que respetará la autonomía de la Convención Constituyente encargada de generar una nueva constitución para el país. La llegada de Boric al poder ha sido vista con buenos ojos por el órgano encargado de redactar la propuesta de texto para la nueva Constitución, que deberá ser aprobada por los chilenos en un referéndum con voto obligatorio.

Entre otros países gobernados por partidos de la izquierda tenemos a Honduras, donde la izquierdista Xiomara Castro se proclamó presidenta a finales de noviembre de 2021 reemplazando a Juan Orlando Hernández, cuya administración fue acusada de actos de corrupción y de vinculaciones con el narcotráfico. A su vez, en México, Andrés Manuel López Obrador arrolló en las elecciones de julio de 2018 para hacerse con la presidencia de la tercera potencia económica del continente americano, después de Estados Unidos y Brasil.

Luis Arce salió victorioso en las elecciones presidenciales bolivianas en 2020, comprometiéndose a continuar el legado del izquierdista Evo Morales cuya destitución forzosa dejó al país en un limbo político de la mano de la ultraderechista Jeanine Añez. Entre tanto en el Perú, en abril de 2021, Pedro Castillo, un humilde maestro de escuela, dio la sorpresa al imponerse contra las predicciones a la candidata derechista Keiko Fujimori.
Parece probable que esta nueva marea rosa se extienda a países como Colombia o Brasil en un futuro cercano. El expresidente brasileño Lula vuelve a la carga y está ganando enteros frente a un Bolsonaro cada vez menos popular. En el caso colombiano, Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá y antiguo miembro de un grupo guerrillero urbano, tiene ventaja en la intención de voto para las elecciones de finales de mayo de este año.
Por otra parte, esta tendencia hacia la izquierda ha tenido excepciones en los últimos años en los casos de Ecuador, Uruguay y El Salvador, donde se han formado gobiernos de corte conservador. Además, tanto en México como en Argentina, dos de las mayores potencias económicas del continente, los partidos de centroizquierda han visto su ventaja en intención de voto reducida e incluso han perdido votantes en las elecciones legislativas más recientes.
En un intento de explicar esta tendencia, Jennifer Pribble, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Richmond y especialista en Latinoamérica, explicó en una entrevista al New York Times que, en su opinión, la pandemia de la Covid-19 y su efecto en la región ha facilitado que las iniciativas de izquierda ganaran peso al favorecer programas de atención universal a la salud y de apoyo económico a los ciudadanos. Veremos lo que pasa.