BAS editor Fran Compán
A pocos días de que se cumpla el quinto aniversario del referendum del Brexit, todavía quedan cosas sin resolver, pero sus efectos negativos están empezando a hacerse visibles.
En gran medida, la pandemia está enmascarando el impacto negativo del Brexit en la economía británica y todavía tardaremos unos cuantos meses en ver qué es lo que realmente ha supuesto la histórica separación para el Reino Unido. De momento, parece obvio que el paso fronterizo de mercancías es sustancialmente más complejo y costoso que antaño cuando la isla era parte del mercado único, pero no podemos olvidarnos de las consecuencias para los ciudadanos británicos que son los que más derechos han perdido de todo el continente.

De una manera más específica, las consecuencias del Brexit en la población que ha emigrado de España a Reino Unido y viceversa son bien distintas por razones bastante obvias. Como es de entender, lo que más preocupa a cualquier emigrado es la pérdida de derechos y acceso a servicios públicos que implica. La organización Bremain in Spain ha creado un grupo de trabajo llamado BIBA (siglas de “Brexit Impact on Brits Abroad”) con el objetivo de esclarecer el impacto del Brexit en la población de británicos emigrados a España, y ha concluido que el acceso al servicio sanitario es una de sus principales preocupaciones. Una parte sustancial de los cerca de 360,000 británicos registrados como residentes en España son jubilados que no contribuyen con impuestos directos a financiar el servicio de salud pública español, y hasta ahora, sus facturas médicas habrían sido cubiertas por las arcas del estado británico dentro del marco sanitario de la Unión. La alternativa para aquellos que no contribuyen a la seguridad social española es pagar por un seguro privado que no está necesariamente al alcance de todos, o sumarse a los 50,000 británicos que, de momento, ya han decidido hacer las maletas y regresar a Reino Unido.
En contraste, la mayor parte de los 115,000 españoles residentes en Reino Unido son parte de la población activa, lo que les garantiza, por lo menos de momento, acceso a los servicios médicos estatales. Sin embargo, para la población española residente en Reino Unido, una de las mayores preocupaciones es la tendencia del actual gabinete de gobierno a crear medidas antiinmigración. Las recientes detenciones de ciudadanos comunitarios en situación regular por las fuerzas fronterizas no han contribuido a apaciguar los ánimos de los europeos residentes en Reino Unido. La esperanza, a corto plazo, es que las fuerzas de seguridad de turno se familiaricen con los nuevos criterios de entrada en el país.
Según la BBC, alrededor de 1,3 millones de extranjeros han abandonado el Reino Unido entre el año 2019 y 2020 en lo que sería su mayor caída de población desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque este éxodo es atribuido en parte a la pandemia, no cabe duda de que el Brexit ha jugado un papel importante empujando a muchos a regresar a sus países de origen debido a las nuevas normas de inmigración.

Como es habitual, Gibraltar ha sido un caso excepcional en la negociación del Brexit. De una manera sorprendente el enclave se ha unido al área Schengen, dejando a más de uno en estado de estupor. Lo irónico de la decisión es que a partir de ahora los ciudadanos comunitarios no necesitarán su pasaporte para viajar al Peñón, al contrario que los británicos que pierden este privilegio en uno de sus “territorios de ultramar”. Pese al Acuerdo de Retirada de enero de 2020, todavía quedan cabos sueltos en la negociación y se espera que este acuerdo se convierta en un tratado en los próximos meses. Parece que lo que no consiguió el más fiero nacionalismo español lo ha conseguido el Brexit.
Además, la salida del bloque le ha dado otro empujón al independentismo escocés que acaba de conseguir la mayoría absoluta en Holyrood. Aunque un segundo referéndum de independencia parece relativamente improbable, no cabe duda de que el Brexit se le ha atragantado a una nación que votó abrumadoramente a favor de permanecer en la Unión y que, en principio, no debería tener grandes dificultades para volver a formar parte de la UE, pero nunca se sabe. Por el momento, Miguel Ángel Vecino Quintana, cónsul general de España en Escocia, ha confirmado que el Gobierno español no vetaría su entrada en la Unión, pero es necesario que haya unanimidad ya que todos los países miembros tienen derecho a veto.

Dar con las verdaderas causas que han llevado a esta situación es una tarea compleja y puede desafiar la lógica. Como bien explica Danny Dorling, profesor de geografía de la prestigiosa Universidad de Oxford, en su libro Rule Britannia escrito junto a Sally Tomlinson, el Reino Unido es un país con tasas de inmigración muy inferiores a las de otros países europeos, como España, lo que por si mismo no explicaría el fenómeno del Brexit. Más bien parece que el recuerdo del Imperio Británico ha sido vital en el proceso, con todo lo que conlleva.
En cualquier caso, el Brexit ha generado un dilema para muchos de los cientos de miles de personas que habían decidido disfrutar viviendo a caballo entre los dos países sin ninguna limitación y que ahora, en muchos casos, se ven en la tesitura de tener que elegir. Para otros, pescadores, y pequeñas y medianas empresas, las tasas de importación y demás regulaciones se están convirtiendo en un escollo difícil de sortear. Hay quien mantiene que el Brexit ha merecido la pena y que los beneficios están por llegar. Esperemos que sea pronto.