This essay’s ‘highly commended’ author Barney Venables comments: “I am a Year 13 Student at Wellington College studying Spanish, Latin, and Classical Greek. I came across Borges’ Ficciones while on a Spanish course in Valencia and was drawn into his short, yet imaginative stories. When looking at more of his works, one story in particular – La Casa de Asterión – captivated me through its modern link to Ancient Greece and its tragic, almost sacred, remodel of the Minotaur. What interested me further was the way Borges combined this tragic myth with his recurrent exploration of infinity, which I had previously seen in his other stories.”
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La Casa de Asterión, un cuento de Jorge Luis Borges, cuenta de nuevo el mito griego de Teseo y el Minotauro, convirtiendo la figura monstruosa en Asterión, un protagonista trágico y aislado con sentimientos profundamente humanos. Al hacerlo, Borges construye un puente entre el mundo clásico y el mundo de literatura moderna en el que escribe. Borges remodela el mito del minotauro al cambiar de una narrativa de monstruosidad a un relato íntimo de soledad.

El mito de Teseo y el minotauro consiste en enviar a siete hombres y siete mujeres jóvenes cada nueve años para ser devorados por el minotauro, un monstruo mitad hombre mitad toro. Un año, Teseo, príncipe de Atenas, se ofrece como voluntario para ir a matar al monstruo y terminar con el círculo de sacrificio. En el mito, el minotauro es deshumanizado, retratado como un monstruo que se debe asesinar.

Borges crea una conexión entre el lector y el monstruo al escribir su relato como una confesión en primera persona de Asterión. La frase inicial de la historia “Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura”, no solo resalta su inocencia, sino que también establece un gran contraste entre la reinterpretación moderna y el mito griego antiguo: originalmente, al minotauro nunca se le da voz, pensamiento ni emociones humanas; simplemente es un monstruo que debe ser abatido por Teseo. En ‘La biblioteca’ de Apolodoro, escrito alrededor del siglo I-II d. C., Asterión se describe como un monstruo que hay que encarcelar: “Μίνως δὲ ἐν τῷ λαβυρίνθῳ κατά τινας χρησμοὺς κατακλείσας αὐτὸν ἐφύλαττεν” (y Minos, en cumplimiento de ciertos oráculos, lo encerró y lo guardó en el Laberinto) claramente diferenciándolo del relato de Borges. Sin embargo, Borges humaniza al monstruo y crea un personaje lleno de emociones y plenamente consciente de su aislamiento. Esto establece una inversión de roles, convirtiendo al horrible monstruo en el protagonista compasivo, mientras que el ‘héroe’, Teseo, parece ser representado como un ser despiadado y ansioso por matar a la bestia.

El laberinto en el que Asterión está confinado también se presenta de manera diferente en ambas historias. En el mito griego, el laberinto es una prisión para el minotauro, un lugar de confusión y encierro. Borges crea una idea más habitable de esta ‘prisión’ al llamarla ‘casa’, y enfatiza en varias ocasiones el tamaño del laberinto – “sus puertas (cuyo número es infinito)…” y “La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo”. Esto le otorga al laberinto un matiz casi sagrado debido a su tamaño infinito. Dicho esto, el laberinto, en lugar de suponer una cárcel para el minotauro, se convierte en un cosmos que refleja la fascinación de Borges por el infinito y la repetición, que son temas clave en los relatos de este autor. Se destacan resultados y posibilidades sin fin, sugiriendo que el minotauro no está confinado en absoluto. El mito enfatiza el tema del confinamiento; sin embargo, Borges lo contradice y lo sustituye por su frecuente tema del infinito.
A pesar del asombro de la amplitud infinita del espacio en el laberinto, la espiritualidad de la casa de Asterión es íntima. Como dice el mito, cada nueve años llegan siete hombres para ser sacrificados. Borges reforma el sacrificio, transformándolo en un acto de liberación y de libertad de los pecados por mano del minotauro, sugiriendo una moralidad corrupta, aunque sincera – “Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal.”. Donde en el mito las víctimas son ofrendas a un monstruo, Borges presenta a Asterión como su salvador que los traslada a un lugar mejor. El tema sagrado continúa en su soledad y en su anticipación de un redentor – “sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo”, mientras ansía el fin de su vida solitaria.

Por último, al final del relato, el redentor de Asterión llega en forma de Teseo y lo conduce a su esperada muerte. Hay un cambio súbito a la tercera persona cuando un narrador reporta las palabras de Teseo: “¿Lo creerás, Ariadna? – dijo Teseo. El minotauro apenas se defendió.”, lo cual destaca el punto en el que el mito original se mete en la nueva historia de Borges. La última disparidad entre ambos cuentos se encuentra aquí: el mito griego presenta el triunfo de Teseo, mientras que Borges muestra la resignación dispuesta de Asterión de su vida solitaria e infiere que el minotauro no es un monstruo, sino una criatura trágica e incomprendida.

Para concluir, La casa de Asterión remodela el mito griego al darle una voz al minotauro y mostrar su soledad en el laberinto, no como una prisión confinada, sino como un universo infinito en el que desea la redención. A diferencia del mito con el héroe Teseo y el monstruo Asterión, Borges presenta a Asterión como una figura trágica, y a Teseo no como un villano, sino como el redentor esperado que libera al minotauro de su vida, lo mismo que el minotauro lleva tanto tiempo haciendo con los demás hombres. Al hacerlo, Borges transforma un viejo relato de violencia en una reflexión pacífica sobre la soledad.
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